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Los Yaguas: Hombres de Bálsamos y Venenos

[PLANTAS]
Foto: Arabella Cecil

 

[LOS YAGUAS]
Foto: Arabella Cecil

 

 

[PIRANITAS]
Foto: Arabella Cecil

 

 

[FESTIVO ROJO]
Foto: Arabella Cecil

 

 

[GUACAMAYO]
Foto: Arabella Cecil

 

 

 

[MADRE]
Foto: Arabella Cecil

La fortuna ha sido generosa con los Yaguas, pues su geografía les ha permitido una existencia llena de placidez. En número de 3,900 y esparcidos en 30 comunidades, la tribu de los Yaguas se ubica al norte de la zona de los shipibos en el departamento de Loreto, en las afueras de la ciudad de Iquitos y en franco contraste con sus primos amazónicos del sur. Los Yaguas han logrado escapar al azote del terrorismo, al tráfico de drogas y, por qué no decirlo, a la explotación petrolera. La comunidad yagua sobre la que trata este reportaje no tiene un nombre específico. Los lugareños la llaman simplemente así: la comunidad yagua, y está ubicada justo en la frontera peruano-colombiana, apenas unos kilómetros río arriba del puerto brasileño de Tabatinga. Durante la época de lluvias, e incluso cuando éstas comienzan a espaciarse, estos tramos altos del Amazonas resultan aún fácilmente navegables en una lancha a motor y es posible llegar donde los yaguas, en sólo una hora de viaje desde Leticia.

Hace ya 30 años que los fundadores de esta villa se mudaron a este lugar. Apenas eran seis personas y hoy son nada menos que 160. Cuando les preguntamos cómo se las arreglaron para crecer tan rápidamente, nos dieron, muy solemnes, una respuesta inobjetable: "Somos como los conejos".

La proximidad con Leticia les ha traído ventajas considerables. La ayuda médica es fácil de obtener y la escuela de la comunidad, en la que se habla la lengua yagua, está muy bien equipada, tanto técnica como profesionalmente. Y mientras los mayores sólo hablan el idioma nativo, la mayoría de los jóvenes ya son bilingües.

Joyería, hamacas, instrumentos musicales y hasta arcos y flechas hechos a mano, son vendidos cotidianamente a los turistas, proveyendo a los nativos del indispensable efectivo que les servirá para abastecerse de productos de primera necesidad. Pero el turismo tiene también su lado negativo. Buena parte del dinero dejado por los viajeros es invertido en comprar alimentos secos como harina y azúcar. Y eso hace que los pobladores dejen de sembrar el trigo, el maíz y la caña. Y, desafortunadamente, en vez de emplear todo este tiempo libre en otras labores, los Yaguas se inclinan por el relajo. Su trago favorito, como se sabe, es el masato, yuca masticada y fermentada con saliva que es bebida con fruición durante las fiestas en numerosas zonas de la selva. Gran parte de la herencia yagua se ha mantenido en la vida cotidiana de los actuales habitantes de la comunidad. Todavía utilizan garfios, arpones y tridentes para pescar a pulso en las riberas de los ríos. Y los adultos aún se dedican a cazar monos, perezosos, gallinas salvajes y capibaras, éstas últimas consideradas como los roedores más grandes del mundo. Y continúan utilizando las tradicionales arcos, flechas y cerbatanas, aunque el manejo de esta última arma se ha ido perdiendo paulatinamente con los años.

El ancestral conocimiento del curare, el letal veneno amazónico que se usaba en los dardos para cazar con cerbatana, continúa siendo cultivado por algunos ancianos expertos de la comunidad. La receta es la misma que hace siglos. El curare se obtiene poniendo a hervir una docena de diferentes hojas y cortezas de árboles hasta obtener un denso líquido oscuro y aterciopelado. La muerte es inmediata. En cuestión de un par de minutos, los pulmones se tornan inútiles y la presa muere asfixiada.

La selva es todavía la principal fuente de recursos para los Yagua que extraen de ella su vestido, vivienda y, sobre todo, alimentación, pues la fruta constituye parte fundamental de su dieta. Las mujeres, coquetas, se procuran llamativas faldas rojas compradas en los mercados de los pueblos cercanos. Los hombres, en cambio, usan faldas hechas de hierba y adornan sus cabezas con hojas de palma. El único colorante que tienen a la mano es el brillante carmín del achiote que es aplicado ya sea sobre el vestido o directamente sobre la piel, otorgándoles esa misteriosa apariencia que los ha caracterizado a través del tiempo.?

Por Arabella Sech
Año I/Número 4 , Página 30
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