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El Arbol de la Quina:
recuperando un símbolo de la riqueza de la flora peruana

ESCUDO PERUANO
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Desarrollo de la Quina sobre su tronco en descomposición
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Manejo de la Quina, bosque primario
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Proceso de Aclimatación. Laboratorio: 20 mil plantones
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Manejo de la Quina en bosque
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Planta de Quina, Colección Banco Germoplasma
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Arbol de la Quina en bosque. 3 años
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Corteza de la Quina, de donde se extrae la Quinina
En el escudo nacional del Perú se puede visualizar tres elementos: la cornucopia, que representa la riqueza mineral del país; la vicuña, típico animal de los andes del cual se extrae la más valiosa lana del mundo y el Arbol de la Quina, elegido para representar nuestra amplia riqueza vegetal. Sobre este importante recurso natural generado en tierras peruanas se puede decir mucho, ya que además de ser un símbolo del patrimonio nacional peruano, este cultivo ha desarrollado un papel muy importante en la lucha del hombre para vencer el paludismo (o Malaria), una enfermedad que ha asolado por mucho tiempo a la humanidad.

El Perú, para orgullo nuestro, es uno de los cinco países que posee en su territorio la mayor diversidad biológica que existe en el mundo. Sin embargo, muchas de las numerosas especies de nuestra fauna y flora están hoy en día en peligro de extinción, es decir a punto de desaparecer de la faz de la tierra, y nuestro Arbol de la Quina lamentablemente no es la excepción.

Quizás el nombre de esta planta herbácea resulte familiar para pocos, y no es que sólo se trate de aquel árbol que aparece en nuestro símbolo patrio, sino que además es una especie silvestre de valiosas propiedades curativas que está a punto de convertirse también en símbolo de aquellas especies que alguna vez existieron en nuestro suelo.

Propiedades curativas inigualables

Una mirada hacia el pasado nos puede hacer entender la importancia así como la realidad por la que atraviesa el cultivo del Arbol de la Quina. Se sabe que cuando los españoles llegaron al Perú, muchos de los que se asentaron en tierras cálidas se vieron afectados por el Paludismo, una enfermedad que debilita progresivamente el organismo y se caracteriza por fiebres periódicas. Desde aquellos tiempos y hasta la actualidad, este mal ha hecho presa de ella a poblaciones enteras en diversas partes del mundo. En el contexto mundial, la antigüedad de esta enfermedad data de mucho tiempo atrás, algunos cronistas de la historia universal afirman que fue la malaria la enfermedad que acabó con la vida Alejandro Magno en el año 323 a. C

En el Perú, la historia nos cuenta que en tiempos del virreinato, la esposa del Virrey del Perú, Conde de Chinchón, enfermó gravemente por el paludismo y se hubiera muerto de no ser por la intervención de un sacerdote a quien un indígena reveló el secreto para curararla: Polvo de la corteza del Arbol de la Quina, el cual contiene una sustancia llamada Quinina (resultante al procesar la corteza). La condesa, con esta preparación se salvó de morir y fue ella misma quien introdujo en Europa (1632) el uso de la Quinina como cura para el paludismo, es por ello que en su honor también se le llamó a la planta Chinchona.

En tiempos en los que se realizaba la primera travesía por el recientemente construido Canal de Panamá (1914), el interés por la Quina aumentó al difundirse en otras latitudes las importantes propiedades de la Quinina como sustancia medicinal. En aquellos años, y luego de estallar la Primera Guerra Mundial, se produjo la aparición de una malaria prácticamente incurable, el descubrimiento curativo que producía la Quinina la colocó como único remedio efectivo contra la enfermedad y acentúo la depredación de las plantaciones. Numerosos expertos llegaron a nuestro país en busca del Arbol de la Quina, llevándose gran cantidad de ejemplares a fin de reproducirlo en otros lugares. Después de estos acontecimientos y con la industrialización de la Quinina, las plantaciones del Arbol de la Quina casi desaparecieron en nuestro territorio.

Al transcurrir el tiempo se pudo ver ejemplares del Arbol de la Quina en las colonias británicas de Asia y algunas décadas posteriores se logró reproducir en laboratorios la quinina sintética. Sin embargo, a través de los años el agente transmisor que origina el paludismo también se desarrolló y generó una mutación resistente a esta versión sintética de la quinina. Se requería de la quinina natural nuevamente. Así, en tiempos de la Segunda Guerra Mundial se depredó lo poco que quedaba de las plantaciones de Quina en nuestro suelo, a fin de palear el rebrote de la enfermedad. La materia prima fue conducida hacia grandes laboratorios y se procesó una nueva pastilla de quinina que combatía con eficacia este mal.

El Arbol de la Quina sobrevivió a la guerra pero hoy en día libra una dura lucha con el desarrollo y la expansión de la civilización que lo ha puesto en peligro de extinción. El objetivo es ganar esta batalla, preservando y reproduciendo esta generosa e importante planta, y los peruanos tenemos esa misión.

El esfuerzo por la recuperación del Arbol de la Quina

Según la Organización Mundial de la Salud a través de su programa "Hacer retroceder a la Malaria" (Roll Back Malaria) afirma que en la actualidad el 40% de la población mundial - mayormente aquellos que viven en países más pobres - está en riesgo de contraer el mal. La enfermedad ataca en todo el mundo a más de 300 millones de personas y aproximadamente un millón mueren cada año, las víctimas son en su mayoría niños africanos (90% de los casos suceden en Africa). En las regiones tropicales y sub-tropicales la malaria se ha convertido en la mayor causa de retraso intelectual y subdesarrollo económico.

Existen organizaciones que trabajan para contrarrestar la enfermedad y es una prioridad la recuperación del Arbol de la Quina que es materia prima del elemento de donde se genera la cura. Para fortuna de la humanidad, la riqueza del suelo peruano ha permitido que algunas especies del Arbol de la Quina aún existan, es así que un grupo de profesionales, dirigidos por el Ing. Enrique Torres Ocampo, presidente del Instituto de Investigación y Desarrollo Agrario, Salud y Educación (IIDASE) tras un arduo trabajo junto a sus colaboradores - expertos en biotecnología - encontraron en la localidad de San Ignacio, Departamento de Cajamarca (ubicado al norte del Perú) algunos de estos ejemplares y se propusieron trabajar en pos de la recuperación y propagación del Arbol de la Quina.

Con la finalidad de superar este valioso reto ya se ha conseguido recuperar 12 de las 18 especies diferentes del Arbol de la Quina que existen haciendo uso de técnicas del Cultivo in Vitro.

El trabajo para la reproducción y conservación de esta especie ha llevado al Ing. Torres y su grupo de investigadores a hacer un esfuerzo para usar tecnología especializada y todos los recursos que se requieran con la finalidad evitar la extinción de cultivos tan valiosos como es el caso del Arbol de la Quina. Un reto que se ha propuesto siguiendo la misión planteada por su institución de revalorizar y recuperar las especies naturales que crecen en el suelo peruano, contribuyendo al desarrollo de los ámbitos rural y urbano de los sectores Agrario, Salud y Educación, así como a la preservación del medio ambiente a través de la aplicación de tecnologías adecuadas que conlleve a elevar el nivel de vida de la población. Una loable labor digna de admiración y que requiere de la atención de todos.

El primer paso está dado, el esfuerzo para la recuperación del Arbol de la Quina será largo y laborioso pero también trascendental e invalorable ya que no sólo significa el rescate de una especie que es parte del patrimonio nacional peruano sino además es un recurso inigualable para el beneficio de la humanidad.

El Arbol de la Quina Género y Especie: Chinchona Officinalis 
Familia: Rubiaceas
Parte empleada: Corteza, Madera 
Distribución: Perú: Amazonas, Cusco, Cajamarca, Puno, Junín, Piura y Huanuco  

Por: Fabiola Gutiérrez
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